El principio del año 2023 se está acompañando de sorpresas bastante peculiares, especialmente para las previsiones económicas, tanto del gobierno como de los analistas de la iniciativa privada. En el momento en que se escribe el presente artículo el tipo de cambio se encuentra a 18.75 pesos por dólar. La Secretaría de Hacienda tenía previsto que fuera de 20.6 pesos por dólar y el promedio de las previsiones que elabora el Banco de México, con base a una encuesta entre distintos grupos financieros, señalaba que estaría en 20.76. Es decir, una diferencia de casi dos pesos, más del 9%.
El saldo de la cuenta corriente era, sin contar el último trimestre, de un déficit de casi 800 millones de dólares. No obstante, la previsión era de 28 mil millones de déficit, mientras que los banqueros eran más optimistas creían que estaría arriba de los 12 mil millones de dólares.
En suma, tanto el gobierno como la iniciativa privada esperaban un año muy difícil, tanto así que las perspectivas de crecimiento eran de entre 2 y 2.4% para este 2023, mientras que tan sólo en el comparativo de trimestre a trimestre a finales de año resultaba un crecimiento acumulado de 2,9% y anualizado de 4.7%. El tamaño de la diferencia es espectacular.
Si revisamos la inversión extranjera directa, ya en los primeros nueve meses del año superaba los 32 mil millones de dólares. Cifra superior a la de todo el 2022, lo que nos obliga a suponer que el año 2023 también registra un nivel récord en este sentido.
Lo mismo está sucediendo con el comercio exterior. De hecho, el 2023 supondrá un saldo a favor récord de más de 80 mil millones de dólares para México.
A ello hay que sumar los mas de 52 mil millones de dólares que se recibieron por concepto de remesas, lo que, aunado a la tasa de interés del Banco de México superior al 10%, explica que el tipo de cambio se mantenga en torno a los 19 pesos.
Un entorno externo de confrontación entre bloques
Después de la caída del bloque de los países de Europa del este, el occidente capitalista miraba a China como un gran mercado a explotar y, de hecho, ha significado el sector más dinámico del mundo durante los últimos 30 años. En 1993 representaba el 2,5% del comercio mundial, en estas fechas (2023) ya rebasa el 20% del total mundial, superando a los Estados Unidos desde hace una década.
En el año 2000, el PIB de China era aproximadamente el 3.5% del PIB mundial y ahora es ya cercano al 18%. En ese mismo lapso el PIB norteamericano ha reducido su participación del 25% a 22%; de hecho, en el año 2019 el PIB de China superó a toda la Unión Europea en su conjunto.
La contribución de China en el crecimiento de la economía mundial ha sido determinante. No obstante, de continuar esta tendencia en un lapso relativamente corto se convertirá en la principal economía mundial. Este es un asunto que, por supuesto, los Estados Unidos y Europa no pueden soportar, especialmente cuando China ya ha desbancado a los norteamericanos como principal socio comercial de América Latina, su patio trasero.
Obviamente que China acumula tensiones en su crecimiento que van desde el incremento de la lucha de clases al advenimiento de crisis económicas capitalistas, como puede ser a últimas fechas el estallido de la burbuja inmobiliaria que amenaza con llevarlos a una recesión profunda.
No obstante, para los estrategas norteamericanos el problema de mediano plazo es que tarde o temprano serán desplazados.
Este hecho ha sido lo que ha llevado a los gobiernos tanto republicanos como demócratas a emprender una guerra comercial con China. Algo que si se mira desde un punto de vista racional no tiene sentido, pues la participación de China ha sido clave para su propio crecimiento. No obstante, los Estados Unidos no están interesados en jugar un papel subordinado y para evitarlo no les importa emprender una guerra comercial con atisbos de un posible conflicto militar si tomamos en cuenta las provocaciones que el gobierno de Joe Biden ha emprendido en Taiwán.
La economía capitalista está condenada a constantes crisis en función de la contradicción entre la necesidad de expansión económica permanente y el carácter limitado del mercado. La competencia a escala global se ha vuelto tan exacerbada que se pelea cada espacio con uñas y dientes. Esto se acentúa especialmente en la medida en que la decadencia de los Estados Unidos como potencia dominante se hace evidente.
Ello explica también la guerra por encargo que ha emprendido en Ucrania, cuyo objetivo principal es arrebatarle a Rusia la posición de principal proveedor energético para Europa. Como hemos dicho en otras ocasiones, los Estados Unidos están evadiendo la crisis exportándola a Europa y forzándola a comprar la energía norteamericana aun a pesar de que sea más cara y más difícil de trasladar.
La agresividad norteamericana tiene límites. Es evidente que trata de evitar involucrarse directamente en conflictos armados, pero al mismo tiempo se ve forzado a intervenir en defensa de sus intereses imperialistas donde le es posible, incluso pisoteando los intereses de sus propios aliados.
México ante el nuevo proteccionismo de bloques
En este contexto, México se ha convertido en un espacio indispensable para emprender batallas, al menos en el terreno económico. El incremento sin precedentes de inversión extranjera directa en el 2022 es muestra de ello, como lo es también la necesidad norteamericana por mantener un dólar barato frente al peso para apuntalar las exportaciones hacia México. El cual, como hemos dicho, tiene un superávit comercial histórico este año.
Esta combinación de condiciones geopolíticas es la que ha permitido al gobierno de López Obrador lograr condiciones especialmente favorables de cara a la situación global, caracterizada por una nueva era de proteccionismo y estancamiento económico acompañado por la inflación.
Los Estados Unidos han adoptado una política de alza de tasas de interés con el fin de contrarrestar la inflación incontrolada provocada por la inyección masiva de dinero a la economía durante la pandemia. El alza de tasas de interés es un fenómeno que han replicado casi todos los bancos centrales del mundo capitalista, pero el efecto para los meses siguientes será el de la contracción del crédito. Por lo tanto, es previsible una caída de la producción a nivel global. Por tal motivo, las previsiones para el 2023 rondan entre la recesión y un crecimiento exiguo. En suma, para combatir la inflación, la reserva federal norteamericana considera forzar a una recesión que limite la demanda de bienes y servicios.
Para contrarrestar los efectos de esta crisis hay dos medidas: una es la exportación masiva de energéticos, especialmente petróleo y gas, a expensas de los europeos, y la otra es la creación de una cortina proteccionista frente a China, pero también frente a Europa. La economía tendrá que enfrentar severas leyes “anti inflación”, pero que en realidad obligan a las empresas a instalarse en los Estados Unidos, o en Canadá y México, si quieren seguir haciendo negocios en este hemisferio. Es por este otro motivo que la inversión extranjera, a pesar de la crisis global, o gracias a ella, por un tiempo no bajara su ritmo de crecimiento.
La economía mexicana tiene, por decirlo así, dos circuitos. Uno está vinculado con el mercado interno, que históricamente ha permanecido estancado. El otro está firmemente relacionado con el comercio con los Estados Unidos, el cual ha vivido momentos de franca expansión y que, en 2023, será superior en 25% al comercio durante el año 2022.
Hace un año, los principales analistas de la burguesía vaticinaban un crecimiento de entre 0 y un 1% para México en el año 2023, esto es porque el mercado interno se mantiene colapsado y porque ante el alza de las tasas de interés la actividad económica norteamericana podía incluso llegar a la recesión.
Hay que romper los topes salariales
Estas previsiones, que ya han fracasado en el 2022, no toman en cuenta el flujo masivo de capitales y el reposicionamiento de empresas norteamericanas, europeas, e incluso chinas, en el país, que durante el año 2022 no hizo más que comenzar.
Por tal motivo, aun a pesar de la crisis, o quizá debido a ella, continuaremos observando un flujo de capitales, especialmente en las regiones limítrofes con los Estados Unidos.
Obviamente, en este punto, un crecimiento del 2 al 3% para 2023 es altamente probable.
Ante este escenario se hace más que evidente la necesidad de evitar que el gobierno y la propia burguesía utilicen el chantaje de la posible crisis para seguir con su política de contención salarial.
Ya el año anterior establecieron incrementos por debajo de la inflación e incluso por debajo del crecimiento económico (entre el 3 y 4% en empresas públicas), con lo cual podemos decir que financiaron su expansión económica con nuestros bajos salarios.
Debemos apuntalar la tendencia que ya indica el siguiente cuadro, que muestra que las últimas revisiones salariales estuvieron por encima del 8% en las empresas privadas
Fuente: https://www.banxico.org.mx/SieInternet/consultarDirectorioInternetAction.do?accion=consultarCuadroAnalitico&idCuadro=CA14§or=10&locale=es
Es preciso valorar la necesidad de exigir aumentos salariales por encima de la inflación para todos los trabajadores, romper el tope salarial y aprovechar un escenario propicio en el terreno general. Ésa es la opción, no podemos aceptar que los capitalistas se ceben con negocios millonarios a costa del hambre de las masas trabajadoras.